El rápido avance de las criptomonedas en las economías de hoy en día, nos obliga a mirar con detenimiento esta nueva fuerza disruptiva que nos promete incorporar elementos innovadores aún por conocer, dentro del sistema financiero mundial.

La tecnología Blockchain, ha logrado desarrollar formas instantáneas de pago, con altos niveles de trazabilidad, interoperabilidad y eficiencia; que han acortado temporal y espacialmente el trasegar de mercancías tangibles e intangibles que se traducen en millones de intercambios, que sin está posibilidad se verían al menos ralentizados.

También ha logrado generar diversas formas de relacionarse con el dinero, lo que ha permitido la incorporación de una cantidad variopinta de sujetos que han podido interiorizar los cambios y expresarlos en un uso cotidiano de las distintas herramientas que estas plataformas ofrecen.

Una libertad que implica riesgos


Sin embargo, y aquí hablaremos un poco sobre la otra cara de la moneda; hasta ahora, esta libertad también ha permitido el movimiento silencioso de capitales poco transparentes, asociados al universo de lo ilícito.

Utilizando el eufemismo de monedas descentralizadas; criptomonedas como Bitcoin no tienen ninguna representación legal, líder general o responsable.

Esta opacidad permite que tanto el dinero bien habido como el dinero adquirido por el tráfico de drogas, personas, etcétera; pueda fluir con total libertad por el tejido del sistema financiero actual.

Pero el fenómeno más reciente en la vida de las monedas virtuales, viene de un espacio que hasta ahora había sido patrimonio de la esfera pública.

El nuevo protagonismo que ya estas unidades de cambio están comenzando a tomar dentro de espacios tan otrora tradicionales como los bancos centrales de los países, a través de la figura de las CBDCs (moneda digital de banco central); nos habla del avance indetenible de este nuevo instrumento.

Una alternativa transformadora

Todo este escenario nos señala que nos encontramos en presencia de una alternativa transformadora, que será capaz de cambiar las lógicas y las relaciones que hasta ahora han dado cimientos a la arquitectura económica como la conocemos.

Las criptomonedas, unidas al universo que significa el gobierno electrónico, permitirá a los entes decisores lograr tener un mayor control sobre sus economías, sus formas de producción y de interacción.

Estamos hablando de la inclusión de un nuevo actor en el accionar de las criptomonedas.